una lenta caricia descompuesta.
El brazo que todos
desearon no volver a escuchar.
El síndrome de un grito
de los labios frágiles,
o de la sábana que la cubría.
Su espejo nunca vivio, sus manos ya no consumían
su lenta animación
era la velocidad para un golpe,
para todo aquello que por debajo
de un pañuelo es hermoso.
y llena de lágrimas.
Nunca más, aquí, y nunca en el resto de la tierra.
Crúbrete.
talvez así me puedas ver.
Diana Abril.